04 marzo, 2007

Poesía de la desazón








Te regalaré una rosa, una rosa roja para pintar cada cosa, una rosa para cada lágrima tuya consolar, y una rosa para poderte amar. Te regalaré una rosa, una rosa blanca como si fueras mi esposa, una rosa blanca que te sirva para olvidar, cada pequeño dolor.


Me llamo Antonio y soy un loco, he nacido en el '54, y vivo aqui desde cuando era un niño, creo hablar con el demonio, así que me han encerrado cuarenta años dentro de un manicomio. Te escribo esta carta porque no sé hablar, perdona la caligrafía de primero de básica, y me sorprendo si intento de nuevo una emoción, pero la culpa es de la mano que no deja de temblar.


Yo soy como un piano con una tecla rota, el acorde disonante de una orquesta de borrachos, que día y noche se asoman, en la poca luz que traspasa los vidrios opacos. Me lo hago de nuevo encima porque tengo miedo, porque en la sociedad de los sanos tenemos siempre la condición de basura, peste de orina y serrín, esta es la enfermedad mental y no existe cura.

Te regalaré una rosa,una rosa roja para pintar cada cosa, una rosa para cada lágrima tuya consolar, y una rosa para poderte amar. Te regalaré una rosa, una rosa blanca como si fueras mi esposa, una rosa blanca que te sirva para olvidar, cada pequeño dolor.



Los locos somos signos de interrogación sin frase, millones de astronaves que no vuelven a la base, soy de los muñecos iguales a secar al sol, los locos son apóstoles de un Dios que no los quiere. Me fabrico la nieve con el poliestireno, mi patología es que me dejaron solo, ahora toma un telescopio... mide las distancias, y mírate a través de mí y de ti. ¿Quien es más peligroso?


Dentro de los pabellones nos amábamos a escondidas, recortando un rincón que fuera sólo el nuestro, recuerdo los pocos instantes en que nos sentíamos vivos, no como las carpetas clínicas amontonadas en los archivos. De mis recuerdos serás el último en esfumarse, eres como un ángel conectado a un radiador, no obstante todo yo te espero ahora, y si cierro los ojos siento tu mano que me roza.

Te regalaré una rosa, una rosa roja para pintar cada cosa, una rosa para cada lágrima tuya consolar, y una rosa para poderte amar. Te regalaré una rosa, una rosa blanca como si fueras mi esposa, una rosa blanca que te sirva para olvidar, cada pequeño dolor.


Me llamo Antonio y estoy en el techo, querida Margatita hace veinte años que te espero, los locos somos nosotros cuando nadie nos entiende, cuando realmente tu mayor amigo te traiciona, te dejo esta carta, ahora debo irme, perdona la caligrafía de primero de básica. ¿Y te sorprendes de que intente de nuevo una emoción? Sorpréndete de nuevo porque Antonio sabe volar.
-Letra y música de Simone Cristicchi.